Dr. Nicholas H. Oberlies |
Es
obvio que el cáncer es motivo de gran preocupación en la sociedad actual. Hoy
día el cáncer es una de las más importantes causas de mortalidad, sobre todo en
las poblaciones desarrolladas. Eso provoca que se destinen grandes cantidades
de dinero a la investigación contra esta enfermedad. Además, un problema del
cáncer es que sus consecuencias y sus efectos dependen mucho del tejido
afectado. Numerosos equipos científicos buscan constantemente nuevos
tratamientos cada vez más efectivos con el objetivo de paliar el cáncer o
mitigar sus efectos. En este contexto científico se desarrolló el trabajo de
investigación llevado a cabo por el equipo de Dr. Nicholas H Oberlies en el Departamento de Química y Bioquímica de la Universidad de
Carolina del Norte. Esta gente centró su estudio en un grupo de seres vivos aún
altamente desconocido, los hongos. Y es que, en el estudio, el equipo de
Oberlies investigó la aplicación de
sustancias metabolizadas por hongos en el tratamiento contra el cáncer y el
desarrollo de tumores. O, ¿es que acaso pensabas que los hongos solo tenían
propiedades perjudiciales para el ser humano?
En su estudio, los investigadores
aislaron diferentes compuestos químicos de un hongo inidentificado del orden de
los Hypocreales: monilifenona (1), acremoxantona D (2), acremonidina C (3),
acremonidina A (4) y acremoxantona C (5). En la siguiente imagen se muestra la estructura
de los cinco compuestos.
Estos cinco compuestos se sometieron a diversos procesos
de purificación y seguidamente se realizaron con ellos diferentes ensayos
científicos para probar su actividad como antitumorales, concretamente cuatro.
Sin embargo, como en todo trabajo de investigación no todos los resultados
salen como uno espera y por esa razón los resultados concluyentes se extrajeron
únicamente de dos de estos ensayos:
- Con el ensayo citotóxico los investigadores hicieron crecer diversos cultivos de células tumorales de diversa índole y a partir de ellos probaron si los compuestos aislados del hongo tenían actividad antitumoral. Es decir, si el compuesto hacía estragos en la comunidad de células tumorales era un buen antitumoral, y si no, pues todo lo contrario. Para ello se vio cuánta concentración en micromolar de cada compuesto era necesaria para erradicar la mitad de las células tumorales de cada cultivo, comparándola con la concentración necesaria para ello de diversos antitumorales de probada eficacia. Los resultados fueron bastante favorables, lo que indicaba que los compuestos fúngicos eran capaces de alterar las funciones básicas de las células tumorales y provocar una situación de estrés en ellas que frenaba su crecimiento incontrolado y desembocaba en el suicidio celular o apoptosis. En la siguiente tabla se recogen los resultados obtenidos por los investigadores:
Resultados de los ensayos citotóxico y de inhibición del proteosoma |
- Con el segundo ensayo realizado por los
investigadores se probó si los compuestos tenían la capacidad de
inhibir la subunidad 20S del
proteosoma (en la imagen) de las células tumorales y provocar con esta
inhibición la apoptosis celular. Pero, ¿cómo es posible que la inhibición
de esta subunidad se traduzca en la muerte de la célula? Pues bien, el
proteosoma es un orgánulo celular que se centra en identificar las
proteínas que no hacen su función correctamente y reciclarlas, entre ellas proteínas tan importantes como las implicadas en el mantenimiento y regulación del ciclo celular. Si nosotros
logramos la inhibición de la subunidad 20S esta función del proteosoma se
desvanece, por lo que estas proteínas defectuosas campan a sus anchas por
la célula produciendo un sinfín de desbarajustes que acaban ocasionando la
alteración de las funciones básicas de la célula y del ciclo celular y el consiguiente suicidio celular. Al
realizar el ensayo, se comprobó que los compuestos 2, 3 y 4 manifestaban
una actividad inhibitoria del proteosoma bastante considerable. Con esto
se probó por tanto que estos compuestos eran buenos antitumorales.
Estructura de un proteosoma
Como conclusión, este estudio realizado en EEUU pone de manifiesto la
variabilidad de vías de investigación que se pueden abrir para lograr un
objetivo de índole clínica o sanitaria en el terreno de la microbiología.
Porque, si con un hongo podemos ser capaces de hacer frente a una enfermedad
como el cáncer, ¿quién nos dice que cualquier otro microorganismo no puede
sernos útil para luchar contra cualquier otra enfermedad?
Autores:
César Alonso Garrido
David García Escudero
Christian García Hernández
Francisco Javier Gran Gómez
Víctor López Soriano
Gabriel Sánchez Martínez
Referencias bibliográficas:
Cytotoxic xanthone–anthraquinone heterodimers from an unidentified fungus of the order Hypocreales (MSX 17022)
Sloan Ayers, Tyler N Graf, Audrey F Adcock, David J Kroll, Qi Shen, Steven M Swanson, Susan Matthew, Esperanza J Carcache de Blanco, Mansukh C Wani, Blaise A Darveaux, Cedric J Pearce and Nicholas H Oberlies
The Journal of Antibiotics (2012) 65, 3–8; doi:10.1038/ja.2011.95; publicado online el 9 de noviembre de 2011
Enlace al sitio web de la revista
Autores:
César Alonso Garrido
David García Escudero
Christian García Hernández
Francisco Javier Gran Gómez
Víctor López Soriano
Gabriel Sánchez Martínez
Referencias bibliográficas:
Cytotoxic xanthone–anthraquinone heterodimers from an unidentified fungus of the order Hypocreales (MSX 17022)
Sloan Ayers, Tyler N Graf, Audrey F Adcock, David J Kroll, Qi Shen, Steven M Swanson, Susan Matthew, Esperanza J Carcache de Blanco, Mansukh C Wani, Blaise A Darveaux, Cedric J Pearce and Nicholas H Oberlies
The Journal of Antibiotics (2012) 65, 3–8; doi:10.1038/ja.2011.95; publicado online el 9 de noviembre de 2011
Enlace al sitio web de la revista