Todos somos conscientes de la
importancia de un buen vino. Su altísimo consumo ha conducido a que se haya
llegado a pagar más de 150.000 € por una botella. Ante esta demanda mundial de
vino de alta calidad y sus consecuentes beneficios económicos se ha investigado
exhaustivamente la forma de conseguir los mejores resultados. Aquí es donde entra
en juego la fermentación maloláctica (MLF):
Este proceso es llevado a cabo por la bacteria Oenococcus oeni que transforma el ácido málico en ácido láctico, lo que reduce la acidez del vino y aumenta su pH además de dar matices lácticos cambiando su textura y, en definitiva, mejorando su calidad que es lo que nos interesa.
Oenococcus oeni |
Sin embargo, el vino presenta
condiciones desfavorables para el
crecimiento de microorganismos por lo
que es difícil que la MLF llegue a ocurrir. Entonces ¿Cómo conseguimos hacer crecer a la bacteria?
Pues bien, se han encontrado unos materiales de soporte que la fijan y facilitan
su acción y además aceleran el proceso.
Estos
materiales han de ser baratos y abundantes en la naturaleza, y es crucial que
no afecten negativamente al producto final que en este caso era el vino blanco.
Para ello se escogieron mazorcas
de maíz, piel de
uva y tallo de uva (por separado) y se estudió su viabilidad en diversos lotes
consecutivos, a diferentes condiciones de temperatura y concentraciones de
etanol y CO2.
Una vez realizadas las distintas fermentaciones
con las diferentes condiciones para escoger el mejor soporte, se llegó a la
conclusión de que las mazorcas de maíz y la piel de uva eran los mejores
materiales para inmovilizar la bacteria en cuestión, que además era más
resistente a las altas temperaturas y grandes concentraciones de etanol y SO2,
que suelen tener un efecto inhibitorio.
Sin embargo, hubo diferencias entre
estos dos soportes:
- Por un lado, las células inmovilizadas en maíz
fueron fuertemente afectadas por el SO2 presente en el vino, aunque
una vez se acostumbraban aumentaba la producción.
- Por el otro lado las pieles no fueron afectadas
por el SO2 aunque en los almacenamientos previos en el
biocatalizador tuvieron un fuerte efecto negativo.
También es destacable que en
ambos casos las células inmovilizadas son capaces de permanecer activas durante
largos períodos de tiempo (5 meses o más) realizando varias MLF consecutivas y
aumentando así enormemente la producción.
En conclusión, se puede mejorar
la calidad y producción del vino inmovilizando la bacteria que realiza su
fermentación maloláctica y favoreciéndola
así, algo que gracias a las investigaciones científicas dará mejores
vinos para el consumidor y mayores beneficios (si cabe) a las industrias
vitivinícolas.
REFERENCIAS:
FOOD CHEMISTRY; Malolatic fermentation of wines with immobilised lactic acid bacteria – Influence of concentration, type of support material and stroge conditions elsevier.com/locate/foodchem
- Autores
- Z.Genisheva
- S.I. Mussatto
- J.M Oliveira
- J.A Teixeira
Integrantes del grupo 13:
Javier Alonso Martínez, Isaac Benito González, Marc Buigues
Caravaca, Moises Cabanes Martínez, Alberto Pérez Gago.
El estilo divulgativo es correcto, pero no hay ni una imagen. Deberíais haber puesto al menos un par y sobre todo, alguna debería ser una figura con un resultado experimental que tenga que ver con lo explicado. Sin imágenes no resulta un artículo atractivo desde el punto de vista de la divulgación científica.
ResponderEliminarEsta frase está mal expresada: “Este proceso es llevado a cabo por una bacteria (en el caso de la uva Oenococcus oeni)”
Errores de formato. Hay párrafos pegados y otros muy separados entre si.
El enlace que habéis puesto te manda a la revista, no al artículo original.